Al pensar de qué disfrazarse, tienes que contemplar con qué materiales dispones para la realización del mismo. Si te das maña para el maquillaje, con sólo cambiar algo tu apariencia facial y emplear ropas algo viejas, puedes decidirte por ser un auténtico zombie.
Si le deseas darle un toque sanguinario, puedes encontrar sangre de pega en cualquier negocio de disfraces o puedes elaborarla tu mismo la manera con miel de maíz mezclada con pintura vegetal roja y una pizca de café soluble, porque la sangre no es rojo brillante. Puedes mezclar el café y el rojo hasta que obtengas el tono adecuado. La miel le da el espesor adecuado.
Para heridas, disparos y demás, requieres látex líquido, que suele ser muy caro y cuando es barato, trae escasa cantidad.
Un clásico para ellas es el disfraz de bruja. Puede ser un poco común, pero es fácil y siempre se le puede dar un toque de distinción al asunto. Debes conseguir un vestido, preferentemente negro y largo. Luego, conseguirte un sombrero, una escoba y cuanto detalle puedas sumar al traje como para que sea más singular.
La clásica de recurrir a un fantasma, no deja de ser una variante probable si no tienes mucho a mano para disfrazarte. Con una amplia tela blanca y algunos detalles, tendrás parte del trabajo listo.
Como verás, simplemente tendrás que ponerte manos a la obra y sorprender a todos con tu atuendo.